jueves, 26 de julio de 2012

VIVIENDA PARA LA CALIDAD DE VIDA Y LA SALUD


Barcelona en un día despejado. Foto de Paco Calvino




Isabel Sierra, doctora en Psicología
Junio 2012


Desde un punto de vista social, el concepto de “ciudad” incluye tanto los aspectos estructurales y dinámicos relativos a los elementos físicos que la conforman (edificaciones, vías urbanas), los elementos facilitadores de la actividad humana (comercio, transporte, servicios) y finalmente los aspectos sociales y relacionales que conforman la vida, el “alma” del entorno físico. Sin entrar en jerarquizar estos elementos, sí podemos pensar en qué es primero: las personas que habitan en un lugar y tienen necesidades comunes que generan propuestas de uso común, o bien son los aspectos geográficos, climáticos o urbanísticos los que condicionan la forma de la ciudad y, posteriormente las personas se adaptan a ellos?

   Las tendencias de futuro indican claramente que las ciudades seguirán creciendo, especialmente en los países que ahora se encuentran en fase de desarrollo. Nuestro reto, entonces, no es solamente ofrecer más servicios para más población, sino también aprender de lo vivido en la sociedad occidental y realizar un esfuerzo para mejorar la calidad de las condiciones de vida en la ciudad. Las tendencias más recientes se esfuerzan, por un lado, en mejorar las características de las viviendas y otras edificaciones desde el punto de ahorro energético, ya que la evidencia sobre la falta de disponibilidad de recursos energéticos en el futuro y la necesidad de sistemas de ahorro, ha puesto sobre la mesa ese problema con alta prioridad. Pero también se han dedicado esfuerzos a investigar sobre los efectos de determinadas prácticas y tendencias, como en el caso de la extrema densidad urbana (Indovina, 2007), de la segmentación drástica (Webster-Glasze-Frantz, 2002), o de la infravivienda en forma de slums (Davis, 2004).

   Apuntando desde otro paradigma, el de las ciencias humanas y la salud, pero enfocando hacia el mismo lugar, queremos aportar en este artículo un nuevo concepto a incorporar en la planificación urbana y la visión global de la ciudad, precisamente poniendo el énfasis en sus habitantes: la población y sus necesidades sociales y de salud. La Organización Mundial de la Salud, a partir de la evidencia de numerosos estudios, define una línea claramente prioritaria: “el urbanismo saludable” (OMS, 2012) Además de otros factores, la propuesta señala la necesidad de identificar criterios claros a aplicar en todos los elementos del diseño y la planificación urbanística. En este apunte de hoy nos centraremos en los aspectos que se refieren a la vivienda en concreto. Hemos orientado la clasificación pensando en los “actores” urbanistas, en los escenarios sobre los que actúan, en las dimensiones que contemplan en el proceso de planificación y definición de las características de los edificios destinados a las viviendas. Los ejes transversales que pueden afectar a la salud de las personas (el agua, aire, luz, higiene, silencio, etc) se encuentran en una u otra forma en cada uno de estos escenarios, así que en el cruce de ambos ejes podemos encontrar las propuestas de actuación:

La ubicación: Aspectos a tener en cuenta, que tienen que ver con las condiciones físicas del lugar, en relación a:

-       Nivel de contaminación del aire, del agua que pueda haber en entornos cercanos (aguas estancadas, vertidos en ríos o mar...) y la derivada de campos electromagnéticos.
-       Contaminación acústica por industria, equipamientos de ocio, vías de transporte intenso u otras fuentes de ruido por encima de los niveles autorizados.
-       Características del suelo que dificulten la accesibilidad para todas los habitantes (niños pequeños, personas con discapacidad, etc) o signifiquen mayores riesgos de accidentalidad.

Estos elementos afectan claramente a la salud de las personas, en diferente grado e intensidad. Según los estudios realizados por diferentes disciplinas, el impacto de la contaminación del aire afecta a los problemas respiratorios y cardiovasculares, así como el exceso de ruido es un elemento decisivo en los trastornos del sueño y la ansiedad. La insalubridad del agua es determinante para los problemas gastrointestinales y las intoxicaciones, así como la exposición a campos electromagnéticos –aunque controvertida- parece relacionada con algunos tipos de cáncer. 


Barcelona, Rambla Prim. Foto de  Lili Lamina

El entorno inmediato: Los elementos que provienen del entorno de la vivienda, el barrio y la comunidad son también determinantes para la autonomía personal y el desarrollo de actividades vinculadas directamente con la salud de las personas. Por ejemplo, el diseño de los espacios exteriores y semiexteriores vinculados a la vivienda (jardines, patios, porches, etc.) deberían tener en cuenta:

-       el mayor contacto posible con la luz, la vegetación y la circulación del aire fresco
-       espacios para la relación interpersonal, el juego infantil y la diversificación de usos por parte de diferentes grupos humanos
-       la seguridad en el entorno inmediato a la entrada de las viviendas
-       la ausencia de espacios vacíos que faciliten la insalubridad o abandono
-       la iluminación artificial suficiente, otros elementos urbanos: papeleras…
-       el acceso a transportes públicos
-       la seguridad y control de higiene de las zonas de uso común.
-       las canalizaciones adecuadas, así como la gestión de residuos urbanos

Todos estos aspectos afectan en gran medida a la sensación de seguridad personal en el entorno de la vivienda, así como a evitar fuentes de infecciones y plagas. Estas condiciones favorecen asimismo las relaciones personales, evitando el aislamiento social y proporcionando redes de apoyo social, especialmente importantes para personas mayores o familias monoparentales. Asimismo, aseguran condiciones de salubridad en el entorno inmediato y creación de hábitos de uso del espacio que promueven el mantenimiento y buen uso.

El edificio

-       desde el punto de vista de sostenibilidad y ahorro, pero también beneficiosos para la salud, los edificios de viviendas deberían disponer de dos elementos básicos, ya sea para uso individual o bien para más de un edificio: placas solares para la captura de energía y depósitos de aguas pluviales para usos diferentes del consumo humano.
-       diseño óptimo del cerramiento, incorporando envolventes exteriores superaislantes, para facilitar un buen control climático y de humedad y garantizar así un adecuado confort término, acústico y lumínico.
-       localización diferenciada de elementos “limpios” del edificio respecto a elementos “sucios”, como garaje, almacén, lavanderías…
-       sistemas de purificación del agua a escala de vivienda.
-       control estricto de los materiales no contaminantes de las tuberías
-       uso de pinturas de base acuosa, menos contaminantes
-       control del uso de toxinas y agentes contaminantes en el edificio
-       instalación de ascensor/es
-       seguridad respecto a terrazas superiores y acceso a zonas de riesgo
-       ausencia de elementos externos de decoración del edificio que faciliten la retención de agua (prevención mosquito tigre) o heces de palomas.
-       uso de tecnologías y sistemas constructivos que permitan la “deconstrucción” del edificio al final de su vida útil con materiales fácilmente reciclables. Diseño del edificio con sistemas de distribución que permitan su adaptación a los cambios de uso y evitar el vertido de escombros.
-       previsión de espacios comunes en el edificio para reuniones, realización de actividades, en la medida de lo posible.

Aspectos como los señalados evitan algunos de los riesgos para la salud asociados a los edificios, como los relacionados con el confort térmico y acústico, la seguridad general y la ausencia de intoxicaciones y producción de plagas e infecciones derivadas de animales que deambulan por el exterior o interior del edificio, en zonas comunes.

La vivienda

-       diseño eficiente pensando en usos múltiples de la vivienda a lo largo del ciclo de vida de las personas
-       distribución equitativa considerando las necesidades de espacio vital.
-       la iluminación natural en la vivienda, así como la racionalidad de la iluminación artificial, en equilibrio en las diferentes piezas.
-       la calidad del aire, con ventanas en todas las piezas, sistemas adecuados de ventilación, compatibles con los sistemas de climatización.
-       uso de pinturas y materiales de acabado no contaminantes (libres de formaldehídos y compuestos químicos)
-       mantenimiento del equilibrio calor-frío y humedad.
-       aislamiento de cableado y cajetines eléctricos para disminuir la contaminación electromagnética.
-       aumento de las posibilidades de autonomía de los usuarios en cuanto al control de las condiciones de la vivienda.
-       sistemas domóticos y/o autorregulables, para personalizar el uso de algunos elementos (conexión entre viviendas, telealarmas, video vigilancia en zonas de juego, acceso a redes telemáticas.., )
-       accesibilidad y/o posibilidades para reformas en caso de disminución de la autonomía de los ocupantes.
-       mobiliario y electrodomésticos de bajo consumo y adaptables según estatura, numero de ocupantes, incapacidades…
-       control de las humedades para evitar la generación de hongos, bacterias y elementos alérgenos
-       diseño seguro de las terrazas, balcones, ventanas.
-       evitar elementos exteriores que puedan generar estancamiento de aguas (mosquito tigre)  y acumulación de heces de animales (palomas, gatos..)


Vemos, a lo largo de estos cuatro escenarios, que el impacto sobre la salud a veces es unicausal (como en el caso de una infección bacteriana) pero a menudo responde a factores múltiples y superpuestos (como los trastornos mentales o el cáncer), siendo en los colectivos de personas con más dificultades sociales en donde se acumulan los factores de riesgo. La atención a estas condiciones óptimas de las viviendas es aún más relevante para aquellos proyectos destinados a zonas de la ciudad en los que se prevee que habite población con problemas sociales y económicos, de forma que el coste inferior de la vivienda no repercuta en las condiciones mínimas relacionadas con la salud.

   La visión de un futuro urbano cada vez más complejo nos lleva hacia la complementariedad de las disciplinas, los paradigmas y los métodos. Estamos seguros de que la confluencia entre los criterios de sostenibilidad y de calidad ambiental están estrechamente relacionados con los que son necesarios para garantizar la salud de las personas y la calidad de vida en las ciudades.  Nuestro propósito es alinear los argumentos y las propuestas a fin de generar un criterio común de beneficio múltiple.


Referencias bibliográficas

- Davis, M. (2004) Planet of Slums. New Left Review, n.26
- Indovina, F (2007) La ciudad de baja densidad. Lógicas, gestión y contención. Barcelona. Diputación de Barcelona
- Scott, A. (2008) Incide the city: on urbanisation, public policy and planning. En Urban Studies, vol. 45, num. 4
- Webster, Ch. Glasze, G. Frantz, K. (2002), The global spread of gated communities. En Planning and Design, Vol. 29.
- WHO (1999)  Creating healthy cities in the 21st century. En Sattertwaite, D. et al. The Earthscan Reader on Sustainable Cities. London, Earthscan Publications.
- WHO (2012)   Healthy cities program.


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